Contact es un videojuego que llega a nuestras manos con cierto halo de misterio. Al empezar a jugar nos damos cuenta de que estamos ante todo un experimento; un estilo gráfico infrecuente y una ambientación poco común. Si a ello le unimos que no tendremos el control del protagonista del videojuego (algo que ya hacía falta que ocurriera en el mundillo del entretenimiento electrónico) tenemos como resultado un título más que sorprendente. Y es que en la dualidad está el gusto.

Nuestra misión consiste en ayudar al joven Terry (en la pantalla inferior) a la vez que obedecemos las órdenes y objetivos a cumplir por parte del doctor. ¿A quién controlamos? A nadie que se vea en el juego. Contact nos convierte en meros intermediarios de la acción. Jugablemente resulta un poco extraño, que por ejemplo nuestra participación en los combates se limite a decir al personaje si tiene que atacar o por el contrario defenderse. Podían haber trabajado algo más las estrategias en las luchas; más que nada porque resulta imposible ganar a un adversario que sea más poderoso que nosotros. La solución a este dilema pasa por “entrenar” y ganar puntos de experiencia o lanzar alguno de los ataques especiales que Terry esconde bajo la manga y que aumentarán sus estadísticas. De otra manera la curva de dificultad del videojuego será insalvable y la frustración nos llevará a apagar la Nintendo DS.


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